Sobre el Sida nosotros, quien escribe y quienes leen, lo sabemos todo. Tenemos muy claro cómo se contagia, estamos cansados de escuchar cómo se previene y nos hemos asomado gracias a los medios o algún caso cercano a sus fatales consecuencias. Pero muchas veces nos olvidamos de que sigue ahí.
Cuando empezó a hablarse de esta enfermedad, lo primero que nos provocó fue terror. Nos paralizó la idea de vislumbrar el fin del mundo, o al menos de la humanidad, exterminada por una plaga inasible y tenaz que se colaba a través de todos nuestros fluidos y que nos condenaba a una opaca vida aséptica.
Recuerdo que entonces pensé que era una triste injusticia que mi generación viviera su despertar sexual bajo una maldición como esta, que nos cercenaba la libertad y malograba el ánimo exploratorio.
Con la información y la investigación se logró cierta calma y ahora, ya pasadas un par de décadas de convivencia con el Sida y una vez burlada su mortalidad con el conocido cóctel de fármacos, llegó el acostumbramiento, la indiferencia y cierta relajación.
Pero esto no lo admitimos abiertamente. Nadie reconoce que a veces juega a la ruleta rusa, que apuesta por una cara, que confía después de un par de semanas, que cree en el fondo que no le puede pasar.
Hoy el Sida se ha convertido en la enfermedad de los desafortunados y de la pobreza. A los demás no nos preocupa demasiado en el día a día porque «nos portamos bastante bien». Caminamos sobre un campo minado mirando el vuelo de los pájaros.

Si quieres leer más sobre el Sida:
Web de Naciones Unidas sobre el Día Mundial de la Lucha contra el Sida
Tenemos Sida
(Movimiento de lucha contra la enfermedad)
Fundación Knosi (nombre de un niño africano adoptado por la luchadora Gail Johnson y que murió de Sida; en inglés)

Esto es un meme acorde con la fecha que me «contagió» Marina. Invito a pensar el Sida a Perica, Maggie, Matías, Marilín y Venusina.