A mí me encantan las malas palabras. Las uso poco (realmente poco, papá, no te asustes), pero cuando las suelto las cargo de tanto significado e intención que después me quedo más satisfecha y aliviada que un maratonista al cruzar la meta o un submarinista a pulmón al salir del agua.
Y es que en ciertas ocasiones ningún otro término o expresión puede describir mejor a una persona o revelar el exacto alcance de una reacción que una «mala» palabra. El secreto está, justamente, en su oportunismo y también en no abusar de ellas, porque si se utilizan en todo momento cuando de verdad encajan como el zapatito de Cenicienta pierden brillo y valor (además de lo ordinario y cansador que resulta el/la puteadora incontinente).
Por otra parte, me cae muy mal la gente que es pacata con respecto al idioma (los pacatos en general, más bien) y que tacha de su vocabulario algunas palabras como si con eso borrara también la existencia de lo que aquellas describen. Por supuesto que hay maneras más y menos elegantes de insultar, epítetos que no son insultos pero que se utilizan como tales (términos sexistas o que aluden a defectos o características físicas) y también palabrotas groseras y otras más sutiles. Las mejores entre estas últimas son las que se alejan de las frases hechas, las que esconden una puteada certera pero velada e imprevista, nacida de la ocurrencia y de las situaciones más cotidianas.
¿Se te ocurre alguna?
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Links:
Algo sobre la historia de las palabrotas
Fontanarrosa y su defensa de las malas palabras
Creo que existe un arte en el uso de las malas palabras. Como bien decís, Laura, no hay que abusar de ellas; hay que saber decirlas en el momento (también en el lugar) oportuno(s). Además me parece que la pronunciación, la entonación inciden en el éxito de las usualmente llamadas puteadas.
Dicho esto, hay malas palabras que no tolero; no me gustan; jamás uso. No sé porqué. Tal vez por cierta pacatería ( 😛 ).
Para citar un ejemplo (me disculpo ante quienes les resulte ofensivo), detesto la palabra «orto». «Orrrrrto», como suele decirse.
Es una cuestión de cacofonía, supongo. Me resulta desagradable el golpe de la R contra la T. 😳
Me encantó el post. Un saludo.
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¡Hola Laura! Mi nombre es María del Carmen y estoy muy interesada en «las malas palabras», tanto que lo elegí como tema para una tesina que adeudo.
Para eso abrí un blog que me encantaría que visitaras (http://www.palabrasmalas.blogspot.com/). Te felicito por el tuyo, que acabo de conocer por la coincidencia de intereses.
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Jejejeje. Hay miles, sí, y estoy contigo en lo de que a veces vienen muy a cuento, ¡joder! (esa no venía a cuento, ¿verdad?)
Un saludo y me encantó el post.
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mira, yo voy cambiando mucho. en mi casa casi no se decian malas palabras, mi papa odia por ejemplo que digamos «la mina» asi que imaginate. pero fuera de mi casa, ya ya mayorcita hago absuo de ellas. el domingo putee a un taxista que no em quiso parar porque iba con el cochecito de mi hija y por ejemplo el mande:
«hijo de una recontra mil yegua puta»
siempre me sale yegua puta, no hijo de puta no se porque.
y otra cosa, yo odiaba, me caia mal, me parecia TAN desubicada y me sonaba tan repugnante cuando una amiga mia usaba la palabra «conchuda». y hoy, años despues, es una de mis preferidas.
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«pelotudo/a» se me cae de la boca todo el tiempo, con tanta mala suerte que mi hijo de 3 años la adoptó como saludo.
Moraleja: el que se quema con leche, cuando ve una vaca llora.
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En «Las Tumbas» había un pibe que era muy puteador. Empezaba a putear y podía enhebrar un insulto detrás de otros sin que se notara la costura. Por eso, cuando estaban aburridos, le pedían: «Pollo, puteate algo».
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Hola, en mi casa yo mamé la …. (los españoles pueden leerlo sin asombrarse : concha) de la lora y ahora lo digo pero mi madre ha cambiado de animal, con los años cambió la lora por la vaca. Esa me gusta.
No me gustan: forro, pajero/a, puto/a (todo esto lo podía escribir?)ja.
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Felicidades por el blog y por lo de «La Voz», Gracias! 😉
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Casi nunca uso malas palabras, la experiencia me ha hecho muy prudente porque creo que de un idioma lo más difícil de usar son las malas palabras.
De todas formas cada tanto tengo mis preferidas. Pero más las pienso que las digo. En holandés hay una que me encanta y es godverdomme (algo así como me cago en dios).
Carajo es un algo suave pero me encantó cuando Mirtha la inmortalizó junto con mierda, ¿se acuerdan?
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Yo casi no uso. El problema de no usarlas es que cuando una sí quiere insultar a alguien no es muy creíble.
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Nós temos o costume de dizer «égua», quer dizer «porra», «merda»…faz parte de nossa cultura.
Beijinhos.
Boa semana.
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Spectatrice: buen punto lo del lugar y la entonación. Sí que afecta al buen uso de las malas palabras, valga la redundancia.
María del Carmen: visité tu blog y me parece muy interesante. Andaré por allí a menudo. Adelante con la tesina! El tema (como prueba este post) me parece buenísimo.
Juan: el «joder» casi nunca viene a cuento pero es parte ya de nuestra identidad (me incluyo porque hasta quienes no somos españoles pero vivimos en España adoptamos la palabrita).
Perica: veo que lo suyo con su padre la ha llevado a pulir el arte.
Blanca: ay los niños! yo caí en la cuenta de que decía más palabrotas de lo habitual gracias a los hijos de mis amigos (que por cierto me odian cuando de un plumazo, o más bien una puteada, destrozo años de educación oral).
Yo Extranjero: también sea usté bienvenido! Lo de La Voz fue una sorpresa, que se agradece por supuesto.
Dg: bienvenido! un gusto tenerte por acá! El de Las Tumbas sí que tenía clase.
Poyi: después te paso el cheque por desahogarte acá. Por cierto, me suena eso de la pobre vaca.
Marilink: tenés razón. Nada más arriesgado que putear en otro idioma. Mejor en esos casos recurrir a gestos y ademanes (!).
Chili: podés probar con palabras suaves pero que desolocan. Como: morsa, ameba, alfeñique, imberbe, zopenco, mente de mosquito, etc.
Cristina: mmm…gracias por el dato…
Saludos a todos/as.
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CHARLY:
HOLA LAU! Te felicito por tomar la iniciativa. Sugiero e invito a los blogistas a que hagamos aportes con algun soporte «cientìfico» para que rompamos con la discusiòn de café y podamos crecer e intercambiar.
Me parece muy importante que los blogistas se identifiquen geográficamente porque hay palabras que en determinados lugares son «buenas» y en otros son «malas», incluso en el mismo país. Yo soy de Córdoba, Argentina.
Plantearé cuatro problemas para que investiguemos: 1) ¿Quién decide o clasifica como «malas» ciertas palabras: el diccionario, la cultura, la subcultura, la moral social?; 2) ¿Cuáles son los criterios relevantes para clasificar una palabra como «mala»?; 3) ¿Qué funciones cumplen las malas palabras: expresión emocional, describir, enriquecer, enfatizar…?; 4) ¿Qué orígenes tienen las malas palabras?
Mi aporte personal: cuando alguien me jodió bastante, le pregunto cómo se llama su madre, y normalmente, me responden con asombro «BEATRIZ», por ejemplo y vuelvo con un «¡Qué hijo de BEATRIZ que sos!»
Un beso LAU, CHARLY.
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Hola Charly!
Claro que las palabras tienen significados diferentes según el lugar donde se utilicen, aún cuando se trate del mismo idioma (a partir de la constatación de esta realidad nació «No hablamos igual»). Por ejemplo acá en España h de p suena mucho más fuerte que en Argentina, «conchudo/a» no significa nada de nada y boludo y pelotudo suenan «graciosos».
Me atrevo con tu cuestionario:
1) todo eso, por lo que lo de «mala» palabra es relativo (Einstein dixit) y depende de (Jarabe de Palo dixit)
2) el único criterio es la intención del que la dice y la reacción del que la recibe
3) todas! son imprescindibles y existen en todos los idiomas
4) investigaremos…
PD: Nunca te diré el nombre de mi santa madre.
Saludos y bienvenido!
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Laura,
No me gustan las malas palabras, pero debo confesar que si me caigo o derrama algo o me golpeo simplemente, me sale del alma decir:
» la conch..(PIP)de la lora pu(PIP)a»
¿De dónde salen estas palabritas tan sentidas? ¿por qué asociar a un loro hembra con sus genitales? Misterio. Siempre me lo pregunto.
PD.: perdón! disculpas a quienes leyeron este comentario.
=)
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Vaya!! Que poco duran las cosas en la web!!
Sorprende ver que el tema de las palabras con mala prensa dure lo que ha durado aquí. Nada. Apenas 6 días (bueno en 6 días Dios creó todo y digo que poco tiempo, buuu, pero tampoco somos Dios)
Con todo lo que se pudiera haber dicho y reflexionado en conjunto acerca de este tema.
Lástima.
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