En honor a la verdad, se me hace cada vez más difícil moderar comentarios. Al principio confié en que la publicación de una suerte de Política Editorial me ahorraría disgustos. Tal vez lo hizo al principio -y sigue haciéndolo en cierto sentido- pero lo cierto es que, cada vez con más frecuencia, me topo con comentarios explícitamente agraviantes o que desvirtúan por completo las intenciones de Espectadores (en ocasiones eso también es una forma de agravio).
En estos casos, llamar la atención para recordar ciertas “reglas de convivencia” no sirve absolutamente de nada. Por otra parte, la moderación de esos comentarios (es decir, su no publicación) no impide que sus autores sigan interviniendo con mensajes mucho más personales e insultantes (que evidentemente una sigue leyendo aunque no los apruebe) o, peor aún, que empiecen a molestar vía e-mail.
Como sea, la experiencia resulta bastante frustrante, además de cansadora.
PD. Me disculpo por las parrafadas, Laura. Tu cita del artículo publicado por El País no podía caer en “mejor” momento…
Juan: la realidad es que yo no recibo demasiados insultos ni agravios a mi persona o a otros y cuando llegan los borro sin piedad ni miramientos. Sí me envían muchísimo spam, a cual más absurdo y pornográfico, pero el sistema se ocupa de filtrarlos y yo de vaciar cada tanto el cubo.
Spectatrice: Es cierto, vaya coincidencia en el tema de nuestros rspectivos posts. En el caso de los comentarios que no tienen nada que ver con el tema del post yo suelo publicarlos (a menos que tengan pinta de spam). Creo que hablan por sí mismos de quien los escribe y de su cordura o ubicación.
Y haces muy, pero que muy bien, compañera. Hay otras formas de entretenerse en vez de ir molestando a los demás…
Un saludo.
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En honor a la verdad, se me hace cada vez más difícil moderar comentarios. Al principio confié en que la publicación de una suerte de Política Editorial me ahorraría disgustos. Tal vez lo hizo al principio -y sigue haciéndolo en cierto sentido- pero lo cierto es que, cada vez con más frecuencia, me topo con comentarios explícitamente agraviantes o que desvirtúan por completo las intenciones de Espectadores (en ocasiones eso también es una forma de agravio).
En estos casos, llamar la atención para recordar ciertas “reglas de convivencia” no sirve absolutamente de nada. Por otra parte, la moderación de esos comentarios (es decir, su no publicación) no impide que sus autores sigan interviniendo con mensajes mucho más personales e insultantes (que evidentemente una sigue leyendo aunque no los apruebe) o, peor aún, que empiecen a molestar vía e-mail.
Como sea, la experiencia resulta bastante frustrante, además de cansadora.
PD. Me disculpo por las parrafadas, Laura. Tu cita del artículo publicado por El País no podía caer en “mejor” momento…
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Juan: la realidad es que yo no recibo demasiados insultos ni agravios a mi persona o a otros y cuando llegan los borro sin piedad ni miramientos. Sí me envían muchísimo spam, a cual más absurdo y pornográfico, pero el sistema se ocupa de filtrarlos y yo de vaciar cada tanto el cubo.
Spectatrice: Es cierto, vaya coincidencia en el tema de nuestros rspectivos posts. En el caso de los comentarios que no tienen nada que ver con el tema del post yo suelo publicarlos (a menos que tengan pinta de spam). Creo que hablan por sí mismos de quien los escribe y de su cordura o ubicación.
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Moderar comentários infelizmente temos que fazer isto, pois algumas pessoas abusam, confiando no anonimato.
Beijos, Laura.
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