La diversidad nos enriquece, nos obliga a reflexionar y a elegir, nos educa social y cívicamente, amplía nuestro campo de miras y -curiosamente- nos reafirma en nuestra propia individualidad. Pero no todos parecen entenderlo así y hay quienes se afanan en luchas necias por preservar murallas invisibles que los mantienen (creen ellos) a resguardo de la confrontación con lo que es diferente y por tanto entraña un desafío a la comodidad de lo conocido y a la seguridad de lo uniforme.
Irse o llegar implica, para ambas partes, iniciar un proceso de adaptación que está íntimamente ligado a la comprensión y al respeto mutuo. Siempre el que arriba debe conceder un poco más que el que acoge. Como cuando se visita una casa en calidad de huésped, el inmigrante se atiene a las leyes del país de acogida, se integra a su vida cultural y social y asume poco a poco muchos de sus hábitos y costumbres. Es un proceso natural y progresivo. Es inevitable que también el nuevo, el extraño, aporte a ese nuevo hogar algunos de sus usos y su particular visión del mundo.
Este proceso adaptativo suele ser fuente frecuente de roces e incluso de choques entre ambas partes, generalmente motivados por la resistencia de quienes sienten atacada su identidad o menoscabadas sus prerrogativas ante la llegada de extranjeros. Le ha sucedido a todos los pueblos del mundo con sus respectivos procesos migratorios.
Tras una larga tradición como país de emigrados, España está en este momento histórico del lado de las naciones receptoras. La inmigración es hoy el petróleo que mueve su economía. La peculiaridad del caso español es que lleva poquísimos años en esta situación y ya lidera la lista de países con mayor porcentaje de extranjeros (10 por ciento de la población), lo que ha llevado a que se hable de un boom migratorio.
Un fenómeno tan rotundo y veloz obliga a una adaptación tremenda que pocas sociedades pueden encajar bien. Teniendo en cuenta esa velocidad y el tamaño del flujo migratorio, las cosas marchan en forma más que aceptable. Aunque en los últimos días el deleznable ataque de un joven a una menor ecuatoriana en Barcelona ha reactivado el debate sobre discriminación, el clima general que se vive en España es pacífico y respetuoso, y la mayoría de los españoles han reaccionado a estas noticias con indignación y tristeza.
Puede que haya más gente aquí que, sin llegar a tales extremos de xenofobia y violencia, piense en su fuero íntimo (y refunfuñe sólo entre los suyos) que los inmigrantes representan un ataque directo a su forma de vida. Contra esto no se puede luchar más que con educación (además de estudiar historia y economía yo los mandaría a viajar un poco por el mundo) y con una justicia sólida y clara que se haga cumplir. Y con una sociedad -que hacemos todos- en la que impere la libertad y el respeto y que no deje hueco para la permisividad ante estos comportamientos.
Los que llegan y los que reciben

Acá en Buenos Aires los medios de comunicación también se escandalizaron ante el ataque perpetrado contra la chica ecuatoriana en Barcelona. Lo paradójico del asunto es que, en algunos de estos mismos medios, trabajan periodistas que no tienen problemas en manifestar públicamente su xenofobia contra inmigrantes bolivianos, paraguayos, chilenos. Probablemente el caso más flagrante en este sentido sea el de Oscar González Oro.
Lamentablemente la xenofobia no es privativa de los países desarrollados. Es una conducta inherente a la condición humana que, como bien sugiere este post, sólo la educación y la justicia pueden desterrar.
Un saludo, Laura.
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El Movimiento contra la Intolerancia asegura que el ataque que sufrió la menor de edad ecuatoriana es uno de los “más de 4.000 que se producen en España”, y que conoce sucesos racistas y xenófobos en 200 municipios del país.
En Argentina, no se conocen demasiados datos porque el tema ni siquiera parecería importarle a nadie, pero está claro que el racismo es tremendo. Ser boliviano, peruano o Paraguayo es un todo un problema si uno quiere insertarse en la sociedad y tener un trabajo digno.
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Una muestra más de alguna de las barbaridades con las cuales todavía debemos convivir pero como contrapartida una reacción generalizada de repudio que no debemos dejar de tener en cuenta. Me pregunto:si no lo hubiéramos visto, si no hubiéramos tenido acceso al material filmado y sólo hubiera trascendido la noticia pero sin imágenes, ¿cuál habría sido la repercusión?
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Necios que no merecen otro calificativo son los creadores de murralas…
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Justamente ayer vi una exposición de fotos de emigrantes que me encantaron: http://marilink.blogspot.com/2007/10/lejos-de-casa.html
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Así es, amigos, la xenofobia es un mal que afecta a todos los pueblos en mayor o menor medida. Seguramente, si el ataque de Barcelona no hubiera sido filmado no nos hubiéramos enterado y habría pasado a engrosar los anónimos datos estadísticos. Que se plantee nos obliga a reflexionar sobre el tema, a cambiar nuestras propias conductas y a fortalecernos como sociedad que no acepta la discriminación y el racismo.
Saludos a todos/as.
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muy buen post laura.
la verdad es que da un poco de importencia ver la cara de este sujeto sonriendo socarronamente a medfia página y a todo color (como apareció el domingo pasado en El País), pero lo bueno es q la gente ha reaccionado de manera positiva con este caso. ojo, termina siendo como eso del árbol que cae en medio del bosque, porque después salió lo del chico tetrapléjico que sufrió una paliza hace 8 meses y que todavía no tiene siquiera la denuncia presentada por la fiscalía. todo porque no había una cámara cerca para ‘indignarnos’.
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Hace unos pocos de años que vivo en España, mi experiencia fue dos maletas y la soledad de un aeropuerto al llegar de a poco me fui abriendo camino, hoy no me arrepiento me dio asco nuestra sociedad no el pais la tierra que nada tiene que ver sino la hipocresia que todos conocemos, los gobiernos y el gran empresariado que vive de maravillas gracias a la gente que aporta y muy poco recibe a cambio, un regimen de esclavitud moderno, a mi no me gusto vivir asi me robaron como a cuanto argentino muchos años que no recuperare, ahora a la distancia uno se da cuenta que si no se enfrenta a sus propios miedos nada cambiara por arte de magia. Es otra sociedad en la que vivo tiene sus cosas como todo pero trabajo para mi en todo este tiempo no conoci por esta zona casos de racismo contra argentinos o latinos de donde fuere, que los habra no se como todo. Lo primero que senti es un respeto en muchas cosas que me seria largo de ennumerar y cuando comparas es tragico es como si se te cae un idolo. En todo caso hablando un poco de este tema la intolerancia tambien recae en sociedades que son como el agua y el aceite, sociedades que solo piden y no respetan y que no estan dispuestas a dar nada a cambio, siempre estan desconformes con todo pero aqui se quedan. Para resumir “España” y como me dijeron a mi; una Argentina 30 años atras no hay que buscar otra cosa ni imaginarse otras…
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