Funny GamesAyer asistí a un pase especial para bloggers* de la nueva película del austríaco Michael Haneke, Funny Games. Decir «nueva» realmente no es lo más acertado: se trata de la remake de la película homónima que dirigió el mismo Haneke (Caché) en 1997. Lo único que ha cambiado entre aquel filme protagonizado por el estupendo Ulrich Mühe y el que se estrenará en España el 4 de julio próximo es el idioma (la original fue rodada en alemán y esta es en inglés) y el elenco, que ahora encabezan Naomi Watts, Tim Roth y Michael Pitt.
El propio Haneke ha reconocido que la única motivación que ha tenido a la hora de volver a rodar lo que ya estaba (bien) hecho -sin cambiarle nada al guión ni añadir la más mínima variación en el enfoque visual, según me aseguraron ayer otros bloggers que sí habían visto la primera- es llegar al público de Estados Unidos, poco dado a ver cine europeo. Haneke quiere que también los estadounidenses reflexionen, especialmente los más jóvenes, sobre  uno de los temas que más le interesan y le preocupan: la violencia.
De eso, justamente, va la película: de la violencia más dura, pura y cruel, la que se da sin motivos y no reconoce límites ni códigos. En este thriller de ritmo trepidante (siempre quise utilizar este término adorado por los críticos), un matrimonio y su hijo pequeño se dirigen a pasar unos días a su casa de verano junto a un lago sin saber que allí se enfrentarán a una pesadilla de sadismo y terror encarnada en la figura de dos jóvenes perturbados que irrumpen en sus vidas y las cambian para siempre.
Funny Games golpea al espectador con su brutalidad y le entrega grandes momentos de suspenso y horror. También a nivel visual y actoral es muy acertada. Creo que quienes no vimos la versión original (yo pienso reparar esto inmediatamente) nos encontramos con una película tremendamente actual e impactante. Sería, además, impecable si Haneke se aguantara las ganas de jugar también él. Lo hace hacia el final, introduciendo determinados recursos cinematográficos que pretenden involucrar aún más al espectador -hacerlo sentir protagonista y no sólo testigo de esa violencia irracional que subyace en nuestra sociedad y en nuestras propias almas- pero que terminan produciendo todo lo contrario, pues quiebran abruptamente la tensión y esa ruptura hace que recordemos inmediatamente la separación entre la ficción que estamos viendo y la realidad que vivimos. Una división que hasta ese momento Funny Games nos había hecho olvidar por completo y en eso, como ocurre siempre en el buen cine, está la magia y de allí sale la lección.

 

* La gente de Warner, que organizó este pase especial para bloggers, nos pidió amablemente que diéramos nuestra opinión sobre este tipo de convocatorias. Era evidente que quienes se dedican a la promoción cultural iban a empezar muy pronto a dirigirse también a los autores de bitácoras y medios digitales. No hacerlo significaría cerrarse a un canal directo con una importante audiencia que suele utilizar internet para guiar su consumo y su gusto en este ámbito. Las empresas fueron las primeras en contemplar a la blogosfera en sus estrategias de comunicación, pero poco a poco también los promotores culturales, editoriales, productoras de cine y teatros la están teniendo en cuenta, ya que la difusión que se logra aquí es inmediata, exponencial y tiene una frescura y una cercanía interesantes, que se ve acrecentada por la participación de los visitantes a través de los comentarios. Sólo quisiera recordar que, como sucede con cualquier otra herramienta comunicativa, para utilizarla hay que conocerla, seguir ciertas pautas en las formas y los modos (siempre es mejor personalizar que soltar invitaciones colectivas) y tener muy claro cuál es el público objetivo. Si no, se corre el riesgo de «gastar pólvora en chimangos» o de obtener resultados no buscados e incluso perjudiciales.