El mayor eufemismo del mundo digital es «ordenador portátil». ¿Portátil? Hagan la prueba de usarlo para lo que realmente fue hecho, es decir para trasladarlo de un lado a otro. Es como llevar a la mona Chita abrazada a la espalda (o la cadera, lo mismo da). Obviamente, enseguida el cuerpo acusa el peso y uno empieza a modificar la agenda diaria en función de la mochila de hormigón que carga como en penitencia. «A ver…sí, hoy voy a trabajar toda la mañana en la biblioteca, después voy a ir a comer con mi amiga X, de paso aprovecho para cambiar el pantalón que me compré en Zara y me queda mal, a la tarde escribo un rato en el café XX, paso por el super a comprar algo para cenar y me voy para casa a darle los últimos toques al reportaje y enviarlo al editor». JA. JA JA JA. Con el «portátil» a cuestas lo de caminar, al menos en mi caso, era el resultado de la ecuación entre las ganas y la necesidad y el dolor de espalda asegurado que traería a la vuelta.

Hoy esos problemas se quedaron atrás. Mi fiel portátil (bueno, no tan fiel, que Acer se me revira cada tanto) va a reposar por fin en mi escritorio (curioso, se están convirtiendo en los nuevos ordenadores de mesa) y el que saldrá a pasear será mi nuevo Asus eee PC 900, este chiche albino recién llegado de Estados Unidos y que tiene ¡900 gramos de peso!

Asus eee PC 900
Asus eee PC 900
Asus versus Acer
Asus versus Acer