La periodista Evangelina Himitian escribió hace unos días en La Nación un interesante artículo sobre las cosas que las personas olvidan o dejan voluntariamente en sus casas cuando se mudan a una nueva vivienda. Cuenta historias increíbles de gente que al llegar a su recién adquirido hogar encuentra un armario repleto de ropa, una escultura valiosísima, un cuadro de Soldi, un cajón oculto con joyas o cubiertos de plata pertenecientes al antiguo propietario. Muchas veces los dueños vuelven a buscar lo que se dejaron atrás, pero otras tantas, más de las que uno imaginaría, son abandonos conscientes motivados por el odio, la necesidad de renovarse o la pereza.
Los «tesoros» que yo encontré en mis nuevas casas fueron escasos y sin valor. En realidad se parecieron más a un castigo al estilo de las maldiciones egipcias para profanadores de tumbas que a un premio, ya que significaron hurgar en las entrañas de las cajoneras para rescatar ropa interior atrapada, tirar misteriosos envases sin etiquetas y llenar bolsas con perchas rotas, peines desdentados, jabones resecos, tapas de tuppers y baldosas sueltas.caracol.jpg
El suceso más notable que me tocó vivir en primera persona ocurrió cuando nos mudamos a la vivienda familiar a la que todos los hermanos seguimos llamando «casa» aunque ya no vivamos en ella hace tiempo. Se trataba de un caso patológico de «no tiro nada porque nunca sé cuando pueda servirme» pero aplicado a retazos de madera, hierros, clavos oxidados, marcos de puertas, herramientas varias e inclasificables, frascos, cables, varillas de metal y otros objetos extraños. Los anteriores ocupantes nos habían dejado toda una habitación llena de estas cosas más propias del taller de un inventor chiflado que de un hogar. 
Evidentemente no fue un olvido y nunca los llamamos para que recogieran su chatarra. Era tal el entusiasmo de mudarnos a una casa tan grande que los días de limpieza y «vaciado» se pasaron rápidamente y estuvieron cargados de risas, ilusión y anécdotas.
Como propietaria o inquilina nunca olvidé nada en las casas en las que viví, y si lo hice no me di cuenta. Pero sí dejé en forma adrede, y con el consentimiento del nuevo residente, cosas que no me iban a servir o caber en mi nuevo destino, o cuyo traslado era demasiado complicado. Así abandoné plantas, una bicicleta, una olla tajine, un panel de corcho para pinchar fotos o notas, un colchón casi sin uso y decenas de vasos diferentes que en una época se me había dado por juntar.

Este post me parece adecuado para iniciar un meme. La consigna es: ¿Qué cosas de los anteriores propietarios te has encontrado en tus nuevas casas? ¿Y qué olvidaste o dejaste tú/vos cuando te mudaste? Se lo paso a Perica, Patala, Chili Soup, Entretanto, Maggie y Marilink. Y como sé que a La Spectatrice no le gustan estas cadenas, le propongo que nos ilustre sobre películas en las que aparece este asunto (me parece recordar alguna de la serie de Pesadilla en la que un chico encuentra un diario olvidado). A ver qué tal.