Después de unos años recorriendo Andalucía han recalado en Madrid, más concretamente en la plaza junto al mercado de Fuencarral, en Chueca. Allí, Lyndon y Jose sonríen junto a sus dos perros mientras esperan la limosna de la gente que pasa. Tienen a sus pies cuatro carteles que rezan: «para comida», «para vino», «para porros», «para cocaína». Al lado de cada uno de ellos hay una lata esperando las monedas y deseando algún billete.
Pero no en todo estos mendigos viven al margen de la sociedad. Como pueden ver en la foto (créanme que me llevó unos cuantos segundos superar el shock para poder buscar el teléfono móvil), Lyndon y Jose están informatizados. Y aún más, tienen su propia página web, con una frecuencia en la actualización y unas características (está en inglés y en español, incluye un blog, tiene fotos, videos, una sección de FAQ, enlaces, etc.) que muchos envidiarían.
Su nombre (aparece en la camiseta del hombre de la foto) es toda una autoconfesión y una declaración de intenciones: http://www.lazybeggers.com*
* lazy en inglés es perezoso, y beggar -que no begger– es mendigo/a.
Todavía no he podido cerrar la boca. Lo has vuelto a hacer, Laura. Has vuelto a sorprenderme.
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Joer, estos hasta hace poco estaban en Callao. Pura atracción para turistas, y les encantaba sonreír para las fotos, para las cuales sacaban cartelito con su web…
Y me suena haber visto otro cartel que ponía «Para (más) cerveza»…
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Eru:
Ellos dicen que dan alegría a la gente a cambio de su dinero. Por eso las sonrisas continuas.
Y sí, tienen dos series de carteles. En la otra hay uno que pone «para (más) cerveza».
Gracias por tu comentario. Saludos.
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INCREIBLE, TAL CUAL LO DE «ME DEJASTE CON LA BOCA ABIERTA ¡¡¡
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Bueno, yo no sabía que opinar. «Para cocaína» «para porros»… vamos vagancia y vicio completamente. Pero me acabo de leer el articulo que publicó un periódico sobre ellos. Lyndon era informático y Jose era técnico de energía solar, quiero decir que no eran simples sin techo nacidos en un barrio desgraciado, sin trabajo y pasando hambre. Tuvieron sus vidas como nosotros, una hipoteca, una familia, un coche y decidieron dejarlo por este estilo de vida.
A ver, no lo apruebo, para nada. Se trata de simple gandulismo o de huir de las responsabilidades.Pero al leer el articulo al menos me ha tranquilizado saber que no son drogatas y que el dinero que recolectan es para comida, cerveza, vino e insulina (uno es diabético). Aunque lo que dicen no tiene porque ser cierto.
El artículo se llama la sinceridad o la apología de la vagancia. Este es el enlace http://www.elmundo.es/papel/2007/02/26/madrid/2089051.html
Gracias Laura, ha sido muy interesante, me ha gustado mucho. Dicen que el hombre más feliz del mundo es uno de los consejeros del Dalai Lama, un científico belga (creo) que se despojó de todas su propiedades. Quizás esa sea la solución para encontrar la felicidad y todos nosotros estemos equivocados.
Un abrazo
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Muy interesante! Me parece que es sólo una forma diferente de vivir. Tan válida como otras.
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Hola Carpe Diem!! primeramente saludarte y decirte que realmente si tienes un blog bonito y limpio tal commo dice La Novia de Gorgola.
Segundo, sobre la noticia, es alucinante lo que se tiene que ver!! están más informatizados ya los mendigos que nosotros, que fuerte!!
Tercero… nada, simplemente ya que tienes un blog fantástico y me has caido en gracia, (jijiji), te invito a que si tienes un rato te pases por el blog de Skearp, hay una sorpresita para ti!!!
Muchos saludos!!!
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la que se te avecina… jajajaja. Te lo vas a pasar en grande Laura !!!!
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pues si es cierto, que para ser feliz, hay que despojarse de todo lo que tienes….. ellos no lo han hecho, su ordenador no lo han dejado!!!!!!!!!!!
es sorprendente, porque seguro que si quisieran tendrían trabajo en muchas empresas, es difícil de entender, pero en el fondo nos da envidia no atrevernos a hacer lo mismo. no¿?¿?¿?
saludos!!!
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No entiendo demasiado como si son mendigos tienen portátil con wifi y con conexión a internet. Si no tuviera dinero y tuviera que mendigar, está claro que mi web la dejaría provisionalmente a alguien.
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